Andorra, juventud y futuro o la estrategia del conocimiento.

Resulta evidente que hablar de juventud es hablar de futuro, aunque también de presente, y justamente la actualidad nos describe un panorama no muy alentador para los jóvenes de Andorra en un momento en que la sociedad civil en general está particularmente sensible por factores como: la constante pérdida de poder adquisitivo, el imparable incremento del coste de la vivienda, la incertidumbre de los efectos del futuro acuerdo de asociación con la UE, la inquietud del binomio pensiones/jubilación y la falta de perspectiva para una juventud que ni encuentra oportunidades laborales de valor añadido ni posibilidades de independizarse a corto plazo dadas las circunstancias.

Al final, todos los factores mencionados guardan relación entre sí y obedecen a elementos clave en el desarrollo estratégico del país a medio y largo plazo. La salud económica y social del país depende, por tanto, de esta estrategia, la cual debe dar una respuesta satisfactoria a lo que hoy es incertidumbre.

Hablamos de oportunidades de valor añadido para justificar que nuestra juventud, que de momento marcha a estudiar fuera, regrese y encuentre un empleo con una retribución acorde con la cualificación exigida y que las condiciones del mercado permitan vivir con dignidad, perspectiva de crecimiento y capacidad de ahorro. Pero, al final, son las mismas condiciones que motivarían a estudiantes del mundo a venir a estudiar al país o al talento ya formado a la búsqueda de oportunidades diferenciales. Esto quiere decir que, con independencia de que los candidatos sean de aquí o de fuera, lo que hace falta es que en el mercado existan oportunidades reales y tangibles, y por lo tanto, hay que crearlas. ¿Cómo?

Pues la palabra clave es “conocimiento”, y propongo asentar las bases para su desarrollo real y efectivo. Si somos capaces de ser atractivos para aquellos que buscan dónde adquirir y desarrollar el conocimiento, daremos un paso de gigante

pensando en clave de futuro para nuestra sociedad. Durante décadas hemos sido capaces de atraer turistas en masa y, en los últimos 13 años, inversores/emprendedores y algunos especuladores inmobiliarios, también en suficiente volumen como para dar señales de congestión y saturación del mercado.

Pero aún nos queda por probar aquello que algunos creemos que puede ser clave para garantizar un crecimiento sólido y saludable de nuestra sociedad: la captación, en forma latente, de los estudiantes nacionales e internacionales más cualificados y de los ya graduados en fase de profesionalización a la búsqueda de las oportunidades más atractivas.

Para que esto ocurra, es necesario reforzar la oferta formativa presencial, tanto la focalizada en la formación profesional especializada, actualmente no suficientemente desarrollada, como en la formación universitaria, en aquellos sectores más diferenciales que podrían generar oportunidades de futuro como las nuevas tecnologías, la salud o el management empresarial y deportivo. Si hay oferta formativa y de investigación y desarrollo, no solo atraeremos talento de fuera y potenciaremos el de casa, sino que al mismo tiempo captaremos la atención de aquellas empresas especializadas que justamente se mueven alrededor de los campus universitarios y de las sinergias que generan. Y más aún si partimos de las ventajas competitivas que Andorra ofrece y que hoy todavía no ha podido poner a disposición de las empresas de valor añadido que esperamos que un día lleguen a nuestro país.

Hace unos días, el Fórum Nacional de la Juventud analizaba un estudio sobre si el futuro acuerdo de asociación con la UE aportaría algo positivo a la juventud del país. Se hablaba justamente de la posibilidad y, a la vez, del riesgo de que nuestra juventud aprovechara las oportunidades de marcharse a estudiar fuera y quedarse allí frente a las mejores condiciones que ofrecería cualquier país de la UE en comparación con las pocas que encontraría en Andorra. Pero nadie explicó que esto no sería necesario si fuésemos capaces de planificar una estrategia como la descrita. Al final, ¿qué mejor que volver al país que me ha visto crecer, donde tengo a mi familia y amigos, si además las condiciones de vida son excepcionales? Por más competitiva que sea la oferta de cualquier país de la UE, allí se pagan más impuestos, hay mucha más inseguridad ciudadana y el aire es mucho menos puro. Ahora bien, para que nuestros jóvenes regresen y construyan un futuro en Andorra, y aseguren la continuidad del mismo, antes es necesario desarrollar la estrategia del conocimiento.

Hay que decirlo todo: los diferentes partidos políticos nunca hablan de ello. ¿Demasiado difícil? ¿Poco popular a corto plazo? Claro, como que pensamos a “4 años vista” y no más allá. ¿Y si pensamos a 25 o 50 años vista? ¿Nos lo imaginamos en forma de crecimiento cualitativo y no cuantitativo? Yo sí, e invito a todos aquellos que también lo imaginen a convencer a los políticos que se postulen en los próximos años para dirigirnos, para que por favor levanten la vista un poco más allá de una legislatura y proyecten, con propuestas concretas de estrategia, cómo hacer que el desarrollo del conocimiento se convierta en el estandarte del futuro del país.

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