Andorra Coliving: creciendo en comunidad de forma consciente

Hace unos días salió la noticia de que en Sant Julià de Lòria, concretamente en Auvinyà, un grupo de emprendedores estaba impulsando una nueva experiencia de vida, un concepto de negocio absolutamente innovador y disruptivo, que llega para dar una solución imaginativa a una serie de demandas de nuestra sociedad cambiante.

De hecho, todos somos conscientes del problema que representa hoy en día instalarse en el país para alguien recién llegado, especialmente si hablamos de encontrar un lugar donde vivir. Pensemos en la frialdad de un hotel o, una vez se ha encontrado una vivienda de alquiler, en el alto coste y la complejidad logística de las mudanzas y el mobiliario. Ante esta realidad, que han sufrido centenares de emprendedores que han llegado a nuestro país en los últimos años, imaginad que llegáis a un país y encontráis un espacio que os ofrece una “comunidad instantánea” que facilita esta transición, ofreciendo una habitación donde dormir y espacios comunes donde trabajar y convivir, compartiendo experiencias y creando sinergias con otros emprendedores como vosotros.

El concepto de espacio compartido para trabajar ya se ha desarrollado ampliamente en el Principado en los últimos años, especialmente a raíz de su regulación legal mediante la Ley 42/2022, de 1 de diciembre, de economía digital, emprendimiento e innovación. Sin embargo, no cubre un elemento clave de convivencia: el tiempo de ocio, ese espacio temporal que, al margen del trabajo, te permite disfrutar de una experiencia diferencial al entrar en contacto con otras personas de intereses compatibles o complementarios, compartiendo vivencias y emociones, creciendo en comunidad a todos los niveles. Y ahí entra el coliving, también contemplado y regulado, por cierto, en dicho texto legal. De hecho, una de las singularidades del proyecto es que el espacio descrito en Auvinyà contemplará la posibilidad de ofrecer a residentes locales formar parte de esta comunidad, pudiendo acceder al uso de los espacios y a la agenda mediante un sistema de inscripción a la organización que se cree, imaginamos que en forma de club o algo similar.

Es emocionante pensar en un espacio innovador y pionero ubicado en un lugar idílico de nuestro país, que propone una nueva forma de vida enfocada en la calidad, el disfrute y el desarrollo humano en comunidad, combinando naturaleza, aprendizaje, emprendimiento, arte, ciencia, salud, bienestar y espiritualidad. En definitiva, un proyecto andorrano que podría acabar marcando tendencia en Europa en los próximos años y, además, “Made in Andorra”.

Suena bien, la verdad, aunque como siempre, habrá escépticos que solo verán un negocio privado y todos los agravios y desventajas del mundo. Creo que la sociedad debe empezar a saber discernir lo que aporta valor añadido de lo que no. Todos me habéis oído hablar de la necesidad de potenciar el conocimiento en el país, ya sea mediante la formación o la investigación y el desarrollo, pero para ello necesitamos crear una puerta de entrada al país sólida y eficaz. Un proyecto como el que describo creo que puede cumplir esta función de polo de atracción de talento, que es la base para todo lo que puede venir después. De hecho, además de nómadas digitales y emprendedores, habrá miembros del “club” que sean residentes en el país, usuarios ocasionales para eventos concretos de formación, divulgación, espiritualidad, entre otros, y sobre todo, parece que también acogerá a estudiantes universitarios. Este hecho es fundamental, pues cubrirá una necesidad latente de la Universidad de Andorra, que quiere atraer estudiantes de fuera y para ello es necesario encontrarles alojamiento.

Asimismo, creo que puede servir para atraer a algunos residentes convencionales que actualmente ocupan viviendas en el país a disgusto, y que, si se les ofrece una alternativa mucho más atractiva y cercana a sus intereses, pueden contribuir a liberar viviendas para la población local, que claramente las necesita. Además, tengo constancia de que ya hay otros centros universitarios, tanto del país como del extranjero, interesados en lo que puede ofrecer un espacio como el descrito, lo cual hace pensar en la posible activación futura de un auténtico hub de conocimiento, y además en la parroquia más “universitaria” del país.

Por lo tanto, ¡mente abierta y actitud consciente ante lo que una nueva experiencia como este futuro coliving andorrano puede aportar al país! Un proyecto único e innovador que sin duda ayudará también a reforzar la Marca Andorra, y que podría ser replicable en los lugares más diversos del mundo… ¡si finalmente, claro está, las cosas salen como sus ilusionados impulsores han previsto! ¡Mucha suerte a todos y mucha suerte, Andorra!

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