Para muchas empresas que ya generan beneficios importantes, la gran diferencia entre tributar en Francia o en Andorra no está solo en la cifra de impuesto de sociedades, sino en cuántas veces se grava el mismo beneficio antes de llegar al socio. Ahí es donde el modelo andorrano se ha convertido en una alternativa muy atractiva para sociedades y empresarios.
Tabla de contenidos
Toggle1. Impuesto de Sociedades: dos filosofías distintas
En Andorra, el Impuesto de Sociedades tiene un tipo general máximo del 10 % sobre el beneficio. La lógica es sencilla: la empresa calcula su resultado, aplica como máximo ese 10 % y dispone del resto para reinvertirlo o distribuirlo a los socios.
En Francia, el esquema es claramente más gravoso. El tipo general del Impuesto de Sociedades se sitúa en torno al 25 %, con algunos matices para pequeñas empresas y ciertos tramos, pero el marco habitual para una sociedad que crece es ese. Con la misma cuenta de resultados, la empresa andorrana arranca con ventaja: simplemente, le queda más beneficio neto tras la primera capa de impuestos.
2. El momento decisivo: cuando el beneficio se convierte en dividendo
La verdadera diferencia aparece cuando la empresa decide repartir beneficios.
En Andorra, si el socio es una persona física residente fiscal en el país y recibe dividendos de una sociedad andorrana, esos dividendos no tributan en su IRPF. El beneficio se paga en la sociedad y, cuando “sube” al socio, no se vuelve a gravar. El sistema es transparente y fácil de entender: una sola imposición sobre el mismo beneficio.
En Francia, el recorrido es más largo. Primero, la sociedad paga el 25% de Impuesto de Sociedades. Después, cuando reparte dividendos a un socio residente, estos se someten, por regla general, a la conocida flat tax, del 30% sobre el importe percibido, combinando impuesto sobre la renta y cargas
sociales. Por lo tanto, en Francia se produce una doble tributación efectiva cercana al 50%.
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3. Un ejemplo claro: 1.000.000 € de beneficio
Si una sociedad obtiene 1.000.000 € de beneficio y decide repartirlo íntegramente, la diferencia práctica entre los dos modelos es muy ilustrativa.
En Andorra, la empresa pagaría un 10% de Impuesto de Sociedades, es decir, 100.000 €. Quedarían 900.000 € de beneficio neto. Si este importe se distribuye como dividendo a un socio persona física residente en Andorra, el socio recibe los 900.000 € íntegros, porque esos dividendos no vuelven a tributar.
En Francia, con el mismo millón de beneficio, la empresa paga un 25 % de IS: 250.000 €. Quedan 750.000 € para repartir. Cuando el socio recibe ese dividendo, la flat tax del 30% supone 225.000 € adicionales de impuestos. El resultado neto que llega al socio se reduce a 525.000 €.
Mismo negocio, mismo beneficio antes de impuestos, pero el resultado final es radicalmente distinto: en Andorra al socio le llegan 900.000€ netos, en Francia se queda apenas con 525.000€. La combinación de tipo más bajo de IS y ausencia de imposición sobre dividendos para el residente andorrano es lo que marca la diferencia.
4. Más allá de los números: la relación con la Administración tributaria
Hay otro factor que muchos empresarios tienen en cuenta: el día a día con la Administración.
En Andorra, la administración tributaria es más reducida, el número de contribuyentes es menor y la relación suele ser más directa. Sin idealizar el sistema, la percepción general es la de un entorno más estable, menos burocrático y con menos sensación de “persecución permanente”.
En Francia, el marco fiscal se percibe como más pesado: más niveles de imposición, más obligaciones formales, más controles y una cultura de supervisión intensa, especialmente sobre empresas que manejan volúmenes altos. Para muchos directivos, esto se traduce en tiempo, recursos y energía desviados hacia la gestión fiscal en lugar de centrarse en negocio y crecimiento.
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5. Andorra paga impuestos… pero no paga dividendos
La imagen histórica de Andorra como “paraíso fiscal” no encaja con la realidad actual. El país tiene Impuesto de Sociedades, IRPF y un impuesto indirecto similar al IVA, además de estar alineado con los estándares internacionales de transparencia.
La diferencia no está en no pagar, sino en:
- pagar menos a nivel societario,
- evitar que el mismo beneficio tribute dos veces cuando llega al socio,
- y operar en un entorno más previsible y menos hostil para la empresa.
Por eso, para ciertas sociedades (especialmente de servicios, holdings o grupos con capacidad real de establecerse y operar desde el Principado), Andorra se ha convertido en una opción estratégica: el beneficio de la empresa no solo se genera, también se conserva.

