Hace poco, Andorra Turisme anunció su nueva campaña de promoción para el turismo de verano, basada en el nuevo eslogan “Eleva tu experiencia”. El objetivo es aumentar razonablemente el número de turistas —entre un 2 % y un 3 %—, pero sobre todo incrementar las pernoctaciones y el gasto medio por visitante. Con un presupuesto de 2,9 millones de euros, se llevará a cabo una campaña orientada a atraer turistas con mayor poder adquisitivo, no solo de los mercados tradicionales como Francia y España, sino también del resto de Europa, especialmente del Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Suecia, Alemania, Italia o Irlanda. Pero, sobre todo, se pretende cruzar el océano para captar estancias más largas de turistas provenientes de países americanos como Canadá, Estados Unidos, México, Brasil y Colombia.
No se trata, por tanto, de renunciar al volumen de visitantes (en su momento se llegó a decir que habíamos tocado techo, una idea que parece haberse abandonado), ya que contamos con infraestructuras hoteleras suficientes para acogerlos. El verdadero reto es desestacionalizar el turismo y distribuirlo a lo largo del año, ofreciendo una propuesta de máxima calidad que ponga en valor todas las
mejoras que el país ha experimentado en los últimos años y que nos han hecho mucho más competitivos. Está claro que se trata de una oportunidad histórica para consolidar la marca país a nivel internacional y avanzar en la visibilidad de Andorra como destino turístico europeo de montaña.
En definitiva, la evolución del turismo low cost de otras épocas hacia un turismo de mayor calidad y con más capacidad de gasto es una tendencia a la que Andorra no puede renunciar, dadas sus dimensiones. Esta evolución va de la mano de la transformación de nuestra propia sociedad, cada vez más diversa y enriquecida con el talento que poco a poco ha ido llegando al país —y que debe seguir llegando si
realmente aspiramos a una diversificación progresiva de nuestra economía, cada vez más basada en el desarrollo tecnológico y la consolidación del conocimiento.
Podríamos resumirlo, pues, como un cambio de “cantidad” por “calidad” en todos los ámbitos: turístico, pero también económico y social.
Andorra quiere atraer un turista de mayor calidad que, sobre todo, gaste más. Y tiene un excelente ejemplo de esta estrategia en ciudades de países vecinos como París o Barcelona. Basta con observar la encuesta anual elaborada por la red global de asesores y agentes de viajes de lujo Virtuoso Luxe, que sitúa a París como laciudad más atractiva del mundo y a Barcelona como la segunda, por delante de Roma, Londres, Tokio, Florencia, Lisboa, Ámsterdam, Madrid o Ciudad del Cabo.
Esta encuesta se realiza con información facilitada por asesores ubicados en 58 países, y pone de manifiesto la buena salud del turismo de lujo en una ciudad tan cercana a Andorra como es Barcelona.
De hecho, si hablamos de mercados y estrategias, los turistas que más gastan en Barcelona son principalmente los estadounidenses y los chinos, con un gasto medio diario que supera los 1.000 €. Además, cabe destacar que el Passeig de Gràcia es el bulevar comercial de lujo más importante de España, concentrando el 25 % de las ventas de todo el país vecino.
Podemos decir, entonces, que si queremos aprender cómo atraer turismo de alto gasto, tenemos buenos modelos en los que mirarnos —salvando las diferencias y el potencial respectivo de Andorra y Barcelona, por supuesto. Y si realmente queremos posicionarnos en el segmento del turismo de lujo, debemos empezar a diseñar una estrategia que vaya más allá de la campaña andorrana “eleva”.
Veamos de nuevo el ejemplo de Barcelona: el próximo 12 de mayo acogerá el Virtuoso Symposium, que reunirá a cientos de socios de esta red, y demuestra la apuesta clara de Turisme de Barcelona por atraer eventos dirigidos al segmento del lujo. Ejemplos de ello son también el Business of Luxury Summit, que organizará el Financial Times del 18 al 20 de mayo, o el evento ya celebrado en abril, Connections Luxury Europe.
Todo es empezar. Y si realmente queremos atraer a este tipo de turista de calidad, tendremos que ganárnoslo haciendo los esfuerzos necesarios, elaborando una estrategia adecuada y creyendo de verdad en ella, como ha hecho Barcelona. ¿Por qué no sentarnos con asesores como los de Virtuoso para ver qué se puede hacer para mejorar el posicionamiento de Andorra en el mundo del lujo?
No hay prisa, pero ese es, sin duda, el camino.
